La palabra respiración proviene del griego “psyche” que significa aliento, alma. La respiración es la única función fisiológica que, además de ser involuntaria o mecánica (es una actividad refleja), también puede ser controlada conscientemente.

En la práctica del Yoga este control se denomina Pranayama, un vocablo que deriva del sánscrito Prana (pra=primera unidad, na=energía) y Yama: (controlar y extender, manifestación o expansión).

Los practicantes de yoga saben que «cuando el aliento va y viene, la mente está inquieta, pero cuando el aliento se calma, también se calma la mente».

La respiración consciente o Pranayama es una de las claves del Yoga, que considera que la respiración es la puerta de acceso a la purificación del cuerpo y la mente.

Hoy comparto el primer pranayama de una serie que estaré publicando semanalmente. Trabaja este pranayama durante una semana preferiblemente al amanecer o al atardecer, luego de tu práctica de yoga.

Para comenzar:

Siéntate cómodamente con las piernas cruzadas y la columna recta y extendida, coloca las manos sobre los muslos o rodillas con las palmas hacia arriba. Lleva la punta de la lengua hacia atrás hasta tocar la mitad del paladar, donde acaba el paladar duro y empieza el paladar blando. Permanece con la boca y los ojos cerrados. Mantén los ojos  relajados y enfocados en el entrecejo pero la atención está en el bulbo raquídeo.

Una vez centrada la posición inicial haz la siguiente secuencia:

1. Una inhalación profunda a través de la nariz, produciendo un sonido sin voz en la garganta (como en Ujjayi en Yoga), que actúa como una bomba hidráulica para elevar la energía (Prana) desde la base de la columna vertebral hacia el bulbo raquídeo y de ahí a Bindu (región occipital).

2. Una pausa corta de 2-3 segundos en la que el movimiento de aire se detiene. Esto ayuda a que la actividad de la mente se detenga: aparece una situación de estabilidad.

3. Una exhalación no apresurada de la misma duración que la inhalación acompaña el movimiento de la energía de regreso a la base de la columna vertebral. Durante la última parte de la exhalación hay una clara percepción del movimiento del ombligo hacia la columna. Refinando la experiencia, manteniendo la atención en el movimiento del ombligo hacia el interior, se siente la acción del diafragma y se nota un calor que crece en el ombligo. Este calor parece subir desde la parte baja del abdomen.

4. Otra pausa de 2-3 segundos. Esta pausa se vive como un momento de paz reconfortante. La mente dinámica se vuelve estática y apaciguada.

Repite el ciclo varias veces, sin forzar, sin violentarte. Puedes empezar con un ciclo de 5 veces e ir aumentando mientras te sientas confortable.

Progresivamente puedes ir alargando la inhalación y la exhalación según tu capacidad

[email_this_button]