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«Nutrimos todo aquello a lo que le damos atención»

Esta frase la uso mucho últimamente, a nivel personal me lleva a observar mi pensamiento y cuestionarme ¿en que estoy pensado? ¿A que le presto atención? Sea lo que sea que pase una y otra vez por mi mente se vuelve una intención y en menos de lo que imagino se materializa… y cuando digo todo, es literalmente TODO.

Que importante es reconocer esto porque nos permite enfocar la atención en lo que está pasando en el presente y entender que este es el lugar donde construimos el futuro. De allí la importancia de atender que pensamos, que sentimos, que emociones pretenden gobernarnos.

Si no estamos atentos en muchos casos nos enfocamos en creencias viejas e inútiles que no apoyan una vida feliz, creencias que nos mantienen enganchados en el pasado y esto impide que vivamos nuevas experiencias de forma abierta y plena, pues condicionamos la experiencia y no impedimos vivir el presente, lugar donde habita la vida, el amor, la paz, la plenitud.

La duda es un enganche al pasado,  la incertidumbre de no saber, de no tener control sobre algo, de simplemente lo nuevo, nos atemoriza y la duda se instala en forma de juicios,  esos mismos que nos limitan de ser auténticos y libres.

Mirar y reconocer la duda permite medir el alcance de su impacto, si es cierto que nutrimos todo aquello a lo que le damos atención, cuando le damos atención a la duda inconscientemente dejamos que esta se expanda e inhiba nuestros verdaderos deseos, impidiendo que escuchemos el llamado a la evolución, nos paralizamos, nos llenamos de la inquietud del “no puedo” “no debo” “me estoy exponiendo mucho” creencias que solo viven si nos mantenemos limitados.

Cuando nos ataja la duda soltamos la fuerza creativa de la vida que nos impulsa a seguir adelante, está muy asociada al miedo, por lo que nos paralizamos, nos volvemos temerosos y limitamos nuestras experiencias mas auténticas, pero si la reconocemos en la superficie, la duda puede ser un llamado a una mejor comprensión de uno mismo en lo profundo.

¿Que trae consigo esa duda? ¿Qué temes? ¿Por qué no crees que es posible eso que tanto te atrae, esa evolución de ti mismo? ¿Porque traes lo feo a flote cuando experimentas la belleza de la vida?

Rainer María Rilke en su libro Cartas a un Joven Poeta hace una descripción ejemplar de cómo convertir la duda en aliada, quizás esas palabras sabias logren englobar lo que quiero trasmitirte:

“Respecto a la duda: puede convertírsela en una buena cualidad si la educa. La duda ha de llegar a ser sabia, ha de convertirse en crítica. Pregúntele, siempre que quiera que algo se le eche a perder, pregúntele porqué es fea aquella cosa; pídale pruebas, sométala a examen y quizás la encuentre perpleja y desconcertada, quizás también irritada. Pero usted no ceda, exíjale argumentos. Compórtese atenta y consecuentemente en todas las ocasiones; y llegará el día en que el destructor se convertirá en uno de sus mejores trabajadores, tal vez en el más inteligente de todos los que le edifican la vida.”

Termino mi post de hoy con otra frase de Rilke, deseando que mires tu duda y vayas más allá de lo conocido y quizás entres en un campo donde no gobiernan los juicios y descubres lo infinitamente maravilloso que eres.

No tenemos ningún fundamento para desconfiar de nuestro mundo, ya que no está contra nosotros. Si tiene miedos, son solo nuestros miedos; si tiene abismos, esos abismos nos pertenecen; si hay peligros, debemos intentar amarlos

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