maos-de-luzEn estos días  nuestro país  nos muestra diversos escenarios con los que de una u otra manera no logramos conectar, quizás vemos enfrentamientos y polarizaciones marcadas, o nos sentimos que pertenecemos a un grupo y no a otro, que nuestra forma de ser no comulga con la de otras personas o salimos a la calle para recibir una lección acelerada de “no conexión” en la ajetreada carrera que marca la vida moderna, que puede ser una ilusión de la cual es difícil abstraerse.

Pese a que esta “realidad” la perciben muchas personas, no tiene porque ser la norma, el ser humano está hecho para crear conexiones, físicamente preparamos  una cantidad de cócteles químicos que atraen, aceleran, unen o rechazan, pero sobre todo nos conectan de una forma u otra. Una madre es capaz de producir toda la oxitocina necesaria para vincularse con infinito amor con su bebe, lo que garantizará su cuidado y desarrollo físico, psíquico y emocional y es capaz de hacer que la oxitocina del papá del bebé se libere y lo haga sentirse parte de todo ese proceso,  a medida que pasa el tiempo este amor se vuelve menos adictivo que al principio, pero bastará cualquier detalle para volverlo a reavivar, luego  la misma naturaleza inteligente lo aplacará para que la madre se anime a tener otros hijos.

Ese ejemplo  es una prueba de las fuertes conexiones que creamos,  pero existen miles de ejemplos, pues de la misma manera, en diferentes escalas de intensidad conectamos con amigos, parejas, amantes, familiares, compañeros de trabajo y así vamos estructurando la red social de nuestras vidas, con la que vibramos y accionamos.

Yo creo que mas que conexiones “sociales” son conexiones «vitales»  pues conectarnos va más allá de los cócteles químicos del cuerpo, a muchos les pasa que no ven claramente porque estan acostumbrados a mirar en micro (solo lo que nos rodea y a lo que creemos que tenemos acceso) pero y si nos permitimos soñar más?  creer más y atrevernos más?  quizás siendo mas libres y dejando que sea el alma la que accione nuestro cuerpo lograríamos ver en macro y desde arriba, entonces podríamos  conscientizar que cada acción nuestra afecta a toda la red, que nosotros somos los que movilizamos esa red, generando cambios y vivencias y además estamos en constante transformación.

El latir de nuestro corazón puede movilizar otro corazón con tan solo compartir un pensamiento (y a eso yo lo llamo conectar) podemos conectarnos desde el silencio sin mayor escándalo, desde la alegría, desde la solidaridad, desde el amor, desde la compasión, desde la creatividad  y desde el deseo profundo de dar lo mejor de cada uno de nosotros. Cuando nuestro corazón es el maestro que toma el mando para guiar el camino, todo fluye sin resistencias, todo comienza a suceder desde nuestra sabiduría y desde la inocencia pura y hermosa del alma, desde allí cada decisión que tomamos es la mejor para nosotros y cuando nos conectamos, nuestra red brilla, se expande y nos convertimos en trascendencia.

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