Lo más hermoso que tienes habita dentro de ti, lo mejor de ti mismo usualmente no lo ves (a todos nos pasa) si miráramos desde una perspectiva diferente, más allá del espejismo de lo exterior, encontraríamos que el brillo del alma se escapa por la mirada, la sonrisa, la respiración.
Nuestra alma pide expresión y libertad, cuando queda restringida ante las barreras de las exigencias que nos auto-imponemos para tener una vida «segura» comienza a dejar de brillar, porque nos desconectamos de nosotros mismos.
Tu brillas no por lo que has logrado, ni por los títulos y reconocimientos recibidos, tampoco por ser exitoso social ó económicamente, por ser confiable para tus amigos y clientes, por generar relaciones influyentes, por lograr metas y ser inteligente. Tu eres mucho más que eso, lo que tienes apenas vislumbra lo que puedes lograr cuando realmente deseas algo y como un dios crear la vida que decidas.
En ti habita un SER inocente, libre, lleno de luz, creativo y merecedor del más puro e infinito amor, alegría, paz, abundancia, que puede vivir creativamente fuera de los cuadriculados sistemas que construimos, que pueden terminar controlando tanto nuestra forma de vida que olvidamos lo importante: ¿Qué me hace verdaderamente feliz? ¿Cuánto tiempo me dedico a ser verdaderamente feliz y leal a mi mismo? ¿Con cuánta gente me relaciono que valora quien soy de verdad? ¿Con cuánta gente cuento, que me ama incondicionalmente?
La sociedad nos impulsa a seguir caminos controlados y conocidos que nos lleven a los puertos seguros que ella considera adecuados, seguir esos caminos muchas veces nos induce a desconectarnos de lo que verdaderamente quiere nuestra alma.
Al final de la vida, cuando nos toque irnos, dejaremos de lado las empresas que construimos, las casas que compramos, los carros, los bienes, el yate, la tecnología, lo seguro, la fama, lo comprable.
Si tuviéramos que hacer una lista de que nos llevamos… Seguramente allí podríamos ver claramente: que valioso fue el amor que dimos y recibimos, el tiempo que dedicamos y nos dedicaros, la paciencia que tuvimos y nos tuvieron, lo honesto que compartimos, lo que enseñamos y lo que nos enseñaron, las risas, los abrazos sinceros, lo que nos dieron sin pedir nada a cambio, las veces que fuimos nosotros mismos y nos entregamos inocentes y puros, las veces que las personas que pasaron por nuestra vida nos dieron su mejor forma de ser, los aprendizajes con familiares y amigos, los ratos felices, el amor incondicional, los hijos amados que crecieron a nuestro lado y volaron hacia su vida en completa libertad, lo que le dimos al mundo, el legado que dejamos a la humanidad solo por existir, lo que recibimos, los recuerdos que marcaron nuestra alma y dejaron que saliera nuestra verdad, en fin lo importante, lo esencial…
Como decía Antoine de Saint Exupery en su Principito “Lo esencial es invisible a los ojos”
Cada día es una oportunidad de conectarnos con la energía de nuestra verdadera esencia, con la chispa alegre y reconfortante de la vida, ser felices y vivir en equilibrio, porque merecemos todo sin encarcelar la esencia pura, sin atrapar el alma, al contrario en su libertad, los alcances y logros se expanden y son infinitos y en la medida que mas das al mundo más se beneficia y eso se retribuye, porque la vida todo lo compensa.