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En los últimos tiempos estoy muy atenta al tema de las relaciones personales, comencé desarrollando este tema por una necesidad propia, me di cuenta de que mis relaciones de pareja no eran satisfactorias y que además repetía patrones y conservaba creencias que no tenían nada que ver con lo que realmente soy y me hace feliz. Me di cuenta que termine cerrando la puerta, en lugar de abrirme a crear mejores relaciones.

Me atreví a darle un ojo a eso cuando me di cuenta de que todo lo que tenía que ver con relaciones de pareja no lo sacaba a la luz, estaba silenciado, metido en un cajón escondido de mi subconsciente, para simplemente no tener que lidiar con eso. Un día me di cuenta de que esa materia estaba pendiente y que era hora de comenzar a trabajar en ella, para eso estamos en esta vida, para experimentar, aprender y evolucionar a nuestro ritmo.

Tenemos la manía de dejar las cosas para después, de no asumir nuestros pendientes para no tener que lidiar con lo que no nos gusta, o nos incomoda o duele, pero eso no quiere decir que no esté allí, al final por alguna parte va a salir, cuando reprimimos algo dejamos de ser nosotros mismos y generalmente pasa que el paquete de archivos reprimidos se lleva también muchas vivencias hermosas y satisfactorias que forman parte de nuestra felicidad. Hoy me doy cuenta de que es mejor entrar a la cueva del dragón por nuestros propios pies y comenzar a hacer el trabajo con humildad, paciencia y amor por nosotros mismos, porque es desde allí, desde nuestro interior, que nos relacionamos.

Me tocó comenzar desde lo más básico, el principio de los principios: el amor por mí misma, la relación que tengo conmigo, que tanto me conozco, como me trato, que tanto me escucho, que tan comprometida estoy conmigo, que tanto me acepto tal como soy y que tanto me permito ser exactamente la que soy, sin aditivos, añadiduras ni transformaciones, que tanto me soy leal a mí misma, que tan flexible puedo ser conmigo, que tanto me gusta mi vida tal como la vivo, que tan feliz me hago y que tan preparada estoy para compartir todo esto entre dos.

Paradójicamente este camino no me llevó al otro, me trajo de vuelta a mí misma, me llevó a mirarme y comenzar a integrarme más conmigo misma, al final todo lo que llega a nuestra vida es un reflejo de nosotros mismos, de lo que somos, últimamente me gusta mucho la calidad de personas con las que comparto mi vida y agradezco las experiencias de cada día.

La mayoría de los conflictos del ser se basan en sus relaciones personales, que a su vez se basan en la relación que tenemos con nosotros mismos, en las creencias que se grabaron como “verdades” en nuestro interior, en pensamientos, memorias y grabaciones que ya están obsoletas y que siguen operando desde nuestro estado de inconciencia, tomar responsabilidad sobre nosotros mismos, amarnos, aceptarnos, respetarnos, conocernos, reconocer lo que tenemos y elegir que nos sirve y que no, saber quiénes somos, que queremos, hacia donde queremos ir….

Este es un tiempo ideal para mirarnos, para tomar el camino más hermoso, nuestro camino, el del amor propio, el de la responsabilidad por nuestra paz, por nuestra felicidad, por nuestra vida, desde allí compartir es un placer, una alegría, una experiencia que se agradece y que nos permite dar un paso más a nuestra propia evolución y crecimiento.

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