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En las décadas pasadas las mujeres se «masculinizaron» demasiado, al dar el paso a liberarse del yugo del patriarcado que la desvalorizaba, muchas mujeres comenzaron a asumir más roles masculinos, desconectándose incoscientemente de su feminidad.

En ese proceso las mujeres asumieron que liberarse del peso del machismo radicaba en no «depender» del hombre, y para ser «independiente» no solo se «separaron» de esas parejas que no le daban lo que necesitaban, sino que comenzaron a tomar roles masculinos a la par de desprenderse de su naturaleza femenina, y vaya, justo allí en lo femenino, es donde radica su fortaleza.

En ese proceso muchas mujeres se vieron obligadas a competir con el hombre, ya no solo tenían el compromiso de llevar un hogar, hijos, familia a buen puerto… ahora debía hacerlo y además ser exitosas, salir a la calle a demostrar sus destrezas, tener la economía para mantener el hogar, y seguir siendo mujer, madre, hija, pareja, hermana, amiga, profesional…

Ante tantos roles, ante el silencio de los maltratos psicológicos y emocionales que la misma historia de vida les cargaba, estas mujeres tenían que salir adelante, y para eso debían ser «fuertes» mientras más fuertes, más duras, mientras más duras menos miraban hacia dentro y más hacían hacia fuera, mientra más hacían y lograban afuera, más desconectadas de ellas mismas… mientras más desconectadas de ellas mismas, menos escuchaban el llamado de su alma femenina..

Muchas de estas mujeres que fueron ejemplo de logros, alcances, transformación social, pagaron un precio tan alto que muchas son mujeres solas, duras, que repiten hasta el cansancio «yo no necesito un hombre» «Yo soy muy feliz sola» «Yo ya no estoy para relaciones» «Ningún hombre me pondrá la pata encima» y así…

En ellas internamente existe una mujer hermosa que ha sido silenciada, en ellas vive una esperanza femenina que desea suavidad, amor, creación, compañía, allí dentro algo les susurra lo que necesitan… integrar en si mismas el equilibrio de sus energías femenina y masculina y reconciliarse con el hombre y la vida, respetando, amando, honrando, reconociendo al hombre, entendiendo que ellos también fueron producto de una historia.

Esa historia queda grabada en el adn y pasa de generación a generación, hay que tener conciencia para cortarla y comenzar a vivir desde el amor auténtico.

Dureza, no es fortaleza, la mayor fortaleza de una mujer está en su feminidad, en su ser verdadero, en su suavidad, en esa energía yin que contiene, crea, recoge, gesta, ama, apoya….

Cada día es una nueva oportunidad de reflexionar, mirar hacia dentro, reconciliarse con la vida y con ese ser femenino, hermoso y creativo, amoroso y radiante que te habita… que ya no estás para eso? Estás viva! Eso quiere decir que estás a tiempo. Que te da miedo mirar? El miedo solo se acaba cuando lo miramos de frente. Que tu no necesitas a nadie que te acompañe, te haga reír, te ame tal como eres? Acompañada la vida es más hermosa, comienza a amar cada célula de tu cuerpo y ábrete a las miles de posibilidades que te ofrece vivir.

Eres mujer, eres hermosa, y estás aquí para vivir y experimentar la vida desde tu feminidad! Ya pasó el tiempo de cercenarte lo femenino, más suavidad y menos dureza… y el corazón se abre.

Meditar, hacer yoga, unirte a personas amorosas y positivas, conectar con la naturaleza, salir de tu zona cómoda, hacer cosas diferentes, hacer una terapia de armonización de chakras o limpieza energética, enseñar a otras mujeres con amor y paciencia (a tejer, pintar, bailar, cocinar, o cualquier otra destreza femenina creativa que tengas) dejarte consentir y querer, observar y escuchar tus pensamientos, identificar que tan llenos de juicios y creencias duras tienen, puede ayudarte a liberarte de lo que no te sirve ya, hacer un espacio en tu hogar donde se honre a las mujeres ancestrales de tu clan, haciéndoles saber que las amas, las honras pero que ahora tu decides hacerlo diferente, con mas amor, suavidad y menos dureza, haz la meditación de Miranda Gray «Sanación del útero», honra a los hombres, valoralos, respétalos, reconciliate con ellos. Estas son algunas de las acciones que te pueden ayudar a sanar tu femenino.

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