«Nada es permanente, salvo el cambio»
Heráclito
El cambio es la constante de la vida, vivimos en una inagotable transformación desde mucho antes de nacer y hasta el último aliento de esta vida y muy posiblemente también al pasar a otros planos de existencia.
Entonces, porque nos gusta mantenemos en nuestra zona cómoda y nos acostumbramos a hacernos el camino de la vida rígido y controlado? si la vida es flexible, curva, inesperada, si se desarrolla en la incertidumbre, en lo desconocido y sobre lo que no tenemos control… ¿porque nos cuesta tanto adaptarnos al cambio?
Los seres humanos somos mucho más que mente, que cuerpo, que ego, sino existiera algo más que eso esta vida perdería mucho sentido, porque ¿acaso se ocuparía el universo de crear algo tan complejo y perfecto para que no tenga ninguna continuidad y evolución?
Vivir se trata de evolucionar, incluso, morir se trata de evolucionar, siento que lo que nos conforma es grandioso y luminoso y que la constante del cambio es lo que nos da experiencia.
Cambiamos en la medida que cambian nuestros pensamientos, nuestro cuerpo, nuestra energía, es más, vamos creando nuestro entorno a cada paso, a cada pensamiento, de allí la importancia de sabernos creadores de nuestra vida, de sostenernos a nosotros mismos, de entender que cambiamos siempre porque construimos la vida a cada momento, para evolucionar y trascender.
Me encanta la idea de mirar el cambio con alegría, de saberme cada día diferente, de no apegarme a lo rígido, de flexibilizarme y abrirme a recibir las sorpresas de cada día.
No se trata de no hacer planes, tampoco de alejarnos de nuestras intenciones, sueños y metas, se trata de sabernos capaces de transformarnos a cada instante y de abrirnos a las infinitas posibilidades que nos ofrece la vida y así salirnos del molde de los esquemas mentales y permitirnos ser felices por el no tan simple hecho de estar vivos, que es ya motivo suficiente para disfrutar y gozar de nuestra experiencia de cambio y de vida.
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