Mucho hablamos en estos tiempos de la autoestima, de amarnos a nosotros mismos, de aceptarnos, pero pocos saben cómo alcanzar verdaderamente ese nivel donde nos amamos y aceptamos verdaderamente como somos.
Desde niña veo en mi sociedad que hay una tendencia generalizada que apunta a buscar afuera lo que viene de adentro: cambio físico, adquisición de cosas, busqueda de relaciones, son parte del repertorio que usamos para “llenar” una necesidad de amor incondicional y aceptación que en alguna parte grabamos que no tenemos y que la verdad, es nuestro derecho divino desde antes de nuestra llegada al mundo.
Amarnos a nosotras mismas es honrar nuestra naturaleza, es aceptar que somos seres únicos y que célula que nos conforma construye nuestro ser original, es mirar cada experiencia de vida como un aprendizaje y un aporte a nuestro camino.
¿Cuantas de nosotras nos hemos visto comprando ropa y accesorios, muchas veces inútiles? ¿Asistiendo al salón de belleza, haciéndonos las uñas, pintándonos las canas, cambiando de look o rellenándonos las arrugas “para subirnos el ánimo”? ¿Cuantas de nosotras no podemos salir de casa si no estamos maquilladas, con el cabello bien arreglado, con los tacones bien puestos? y aunque esta coquetería femenina no tiene nada de malo, la verdad es que muchas veces son acciones que no tienen nada que ver con amarnos a nosotras mismas, sino todo lo contrario, muchas veces es más que coquetería, es señal de que algo tenemos que cambiar para gustarnos y gustarle a los otros, es no aceptarnos tal y como somos y con acciones externas nos vemos tratando de convertirnos en un “ideal” de lo que “deberíamos ser” a cualquier costo para sentirnos bien con nosotras mismas y para ser bien recibidas por los demás.
Cuando veo a una mujer esclava de su cabello, sus uñas, su cuerpo, su maquillaje, cuando veo una mujer que tiene que controlar sus movimientos, su tono de voz, o cuidar su cuerpo de que le alcancen las arrugas, celulitis y estrías, y de tenerlas,»esconderlas», porque «es feo» mostrar eso que somos y tenemos. Cuando veo una mujer que se esmera en ir en contra de su propia naturaleza «para ser femenina» para tener un cuerpo «adecuado» y lucha por comportarse de «forma adecuada» sé que adentro habita un ser encerrado en el subconsciente que grita “acéptame” “ámame”
Esto sucede en silencio y somos más de las que muchas imaginamos. Trabajar en la autoestima verdadera es una labor que no se hace de la noche a la mañana, pero comenzar a ascender la escalera del amor por nosotras mismas es un compromiso de vida que en algún momento tenemos que hacer, es ser leales a nuestra propia esencia, es una tarea que a la larga nos hace más livianas, felices, asertivas y además nos da la oportunidad de conquistar nuestros sueños, alcanzar nuestras metas y hacernos verdaderamente felices a nosotras mismas.
Cuando hay una base de verdadera autoestima nos regalamos “libertad” soltamos las amarras de los “debería ser” y comienza a surgir nuestra propia magia, el cuerpo se vuelve saludable, en el pecho habita una sensación de paz, agradeces cada experiencia de vida, te haces responsable de tu verdadera felicidad, vives desde el bienestar y la plenitud.
En el mes de la mujer te invito a ascender conmigo la escalera de la autoestima, mantente atenta a los artículos, tareas y post que estaré compartiendo contigo para lograr abrir el corazón y alcanzar la plenitud desde tu esencia verdadera.